Pedrito en la casa, Pedro a secas en el trabajo, “qué fue cabrón” con los panas en los viernes de chupa. La única persona que le decía Don Pedro era la recepcionista del hotel, aquella costeña coqueta (según él) a la que nunca se atrevió a preguntarle el nombre.
La empresa corría con sus gastos en los viajes de negocios, viáticos que le permitían alojarse en hoteles que, sin llegar a ser cinco estrellas o muy lujosos, estaban bastante bien, pero él decidía irse al hotel con la recepcionista de nombre desconocido. Ese hotel era más bien sencillo y económico, el dinero que ahorraba con esta elección hotelera lo gastaba en vodka y whisky en alguna discoteca luego de la jornada de trabajo para la que había hecho el viaje de negocios.
La rara combinación de vodka y whisky hacía que Don Pedro saque a flote todas sus poses de conquistador y muchas veces regresaba al hotel con la presa que había caído ingenuamente (o a propósito cuando la víctima también andaba en busca de un revolcón) en sus redes de suertudo Casanova.
En este viaje no había contado con mucha suerte en la discoteca de turno, culpaba de su falta de efectividad conquistadora al whiksy; esa noche no tenían disponible su marca favorita. También culpaba al día; decía que los miércoles no tenían esa magia que él buscaba en los noches de “cacería”.
Regresó solo y ebrio al hotel. Ebrio, pero no lo suficiente como para atreverse a preguntarle por fin el nombre a la recepcionista.
Un negro alto y vestido con un terno blanco pretendía entrar a la recepción del hotel mientras sus compañeros de tragos lo veían, sentados, desde la pequeña sala ubicada justamente al frente de recepción.
– Señor, por favor, no puede ingresar aquí. (Reclamó la recepcionista al negro)
– Yo puedo entrar en donde quiera, yo puedo hacer lo que sea, tengo plata hasta para comprar su alma. (Respondió enérgico, el negro)
– ¿Y cuánto daría por mi alma? (Atinó a decir Pedrito después de lanzar una mirada “matadora” a la recepcionista en su intentó de hacerse el héroe)
– No sé, veamos… cuánto te podría dar (Dijo el negro mientras abandonaba su intento de entrar a recepción y se acercaba al posible vendedor de alma)
El negro llegó hasta donde Pedro, se colocó trás de él y antes de que Pedrito pueda encarar al moreno comerciante de almas sintió la pistola en su sien mientras el negro decía: “¿Estás seguro que estás listo para dejar ir a tu alma?”
No vió pasar toda su vida frente a sus ojos, no se arrepintió de algo malo que haya hecho, no pidió perdón a dios por sus faltas en espera de entrar al cielo, no. Lo único que pudo pensar fue: “mierda, me cagué, el negro me va a matar ¿cómo salgo de ésta?”
Barajó posibles soluciones para lograr deshacerse del negro, pero el lugar era pequeño, no le daba espacio ni tiempo para salir corriendo y evitar ser alcanzado por una bala. Estaba asustado, no quería morir… no así. Seguía pensando, debía existir una manera de salir de allí intacto, sin ningún proyectil de plomo en su cuerpo. Ahora además de asustado estaba enojado, no podía tener una muerte tan cojuda.
– ¡Jajajaja! vaya nomás a su cuarto, compadre, no ande vendiendo el alma así como así (dijo el negro mientras lo soltaba y Pedro se daba cuenta que no había ninguna pistola sobre su cabeza, solo el dedo índice del moreno)
Cabreado, así fue Don Pedro a dormir aquella noche. No podía creer que quedó a merced de “ese hijueputa” y que no se lo ocurriera algo para salvarse de esa. “Si por lo menos hubiera sido una pistola de verdad no habría quedado tan mal frente a…” Se cabreó más al recordar que seguía sin saber el nombre de la recepcionista.
“Q’ fue cabron”, jaja. Pasado unas copas todos llegamos a ese titulo.
Yo conozco alguien que es tan galan como para conquistar una chica por noche en un bar, pero no es capaz de preguntarle el nombre a la recepcionista 🙂
Chévere el post, aunque tremenda la diferencia entre el dedo indice y la pistola apuntando a la sien.
Nos vemos más tarde,
Yo tambien conozco a un pana que es galán que muchas de las veces se olvida de preguntar el nombre de su presa jejeje.-
Si A TI TE DIGO, no te me hagas el desatendido.-
Un post auto biográfico acaso??? jejeje
ya pues Phant, cuenta cuando mismo vas a averiguar el nombre de Zuleica Quimí. Y luego lo publicas acá…..
otra cosa, seguro fué el dedo del moreno o fue , el pico de la botella. como que el dedo no es frio y una pistola si.
¿de que dedo estamos hablando?
buena la plutera de don pedro para no diferenciar un dedo del cañon de una pistola… aunque si nunca antes te han puesto un arma en la cabeza como sabes la diferencia?
‘don pedro’ eres tú mismo, cabrón.
f) dalila, la recepcionista
Jajaja ese negro era guaypero, la recepcionista microchola y el pendejo…. ya sabes
Slds