El tipo era un asiduo usuario de internet, online nunca daba su verdadero nombre y todos los conocían solo por “Santos”. No era un experto en cuestiones tecnológicas pero estaba fascinado con el poder que le brindaba esa herramienta a la hora de conocer mujeres, la ventaja de estar tras de una computadora le parecía enorme. Apenas se limitaba a usar su correo electrónico e ingresaba a algunas salas de chat; siempre prefería conocer mujeres de la ciudad o de ciudades vecinas, la posibilidad de llegar a conocerlas personalmente era mucho mayor en ese caso.
Tuvo éxito, como Don Juan cibernético había tenido innumerables victorias que se traducían en encuentros sexuales de carne y hueso (a veces harta carne, a veces harto hueso).
Nunca le prestó mucha atención a eso de sus contraseñas, solo colocaba una mezcla de su número de cédula, fecha de nacimiento y número teléfonico pero llegaría a pensar diferente después de su aventura con Linda, la chica que conoció en un cybercafé. No, no a través de internet sino de frente, en persona, en aquel local de servicio de internet.
La sala estaba casi llena así que Linda se sentó en el único espacio disponible, junto a Santos. La miró y le pareció atractiva desde ese momento, de vez en vez Santos volteaba a mirarla y pudo darse cuenta de la inexperiencia de Linda en el uso y manejo del internet.
– Podría ayudarme – Dijo Linda dirigiéndose a Santos
– Claro, cómo no.
– Necesito cambiar mi contraseña porque he dejado mi messenger abierto en otro cyber.
– Ok, con gusto. Eso es sencillo….
La ayudó a cambiar de contraseña, hablaron un poco e intercambiaron direcciones de email antes que Linda se marche, tenía que viajar, estaba solo de paso.
Desde el día siguiente Santos empezó a intercambiar correos con Linda y ocasionalmente coincidían conectados y podían charlar en línea. Algunos meses después Linda le anunció que otra vez estaría de paso por la ciudad, el encuentro era inminente.
La cita terminó como la gran mayoría de las conquistas que Santos lograba: en el motel Margarita.
No volvió a ver más a Linda pero siguieron en contacto y en uno de los correos Linda le contaba:
“… porque desde esa primera vez que nos vimos el destino ya nos tenía preparado un cruce de nuestros caminos. ¿Recuerdas que me ayudaste a cambiar de contraseña? en esa ocasión mi nueva contraseña fue “Margarita”, que precisamente fue el nombre del lugar de nuestro primer y único encuentro carnal…”
Desde entonces Santos también usa internet para averiguar los nombres de los moteles en cada provincia y cambia su contraseña periódicamente.
conozco a mas de un “santos” que anda por ahí, es más si hasta pensé que contabas mi historia…
Nada como las camas empotradas de “Rey David” en el corazón de la urbe capitalina
Gracias por esa historia: Solaz para las 16:16 horas de este viernes gélido en Zacatecas.
¿pasaje autobiográfico?
Pasaje multibiográfico diría yo.
mis contraseñas son nombres de ciudades, y en ninguna de ellas he tenido nada…
exijo una explicaciòn!!
Boludo, si tubieras experiencias en las ciudades serías una suerte de ninfómano. Además fué la víctima la que cambio la contraseña no Phantom, perdón el Don Juan.
Deberías cambiar las contraseñas de las peladas, je je.
Deben haber formas mas sencillas que andar pescando usuarias tan novatas en internet…asusta por que las novatas en internet tienen mas de 55 años….oooops!!
…Y han de estar decrépitas!
“asusta por que las novatas en internet tienen mas de 55 años .”
Jajajaja, pues ese sería el estereotipo de las “novatas” en el internet, pero lamentablemente (o afortunadamente, depende de la situación) uno se encuentra con mujeres muy bien puestas pero que también ayudan a mantener el estereotipo de “lindas y brutas” que apenas si podrán abrir una cuenta de correo electrónico.
Curioso y bonito relato ^^
Pero si esa historia, es mi historia. Me conoces acaso?